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MENSKATONIA

 

Menskatonia, esa gran universidad, Menskatonia le llaman. Si no ha oído hablar de ella es que no acude a las conferencias de cortado y sacarina. Menskatonia, señor mío, ofrece las mejores jornadas bajo el sol de mayo, siempre eligiendo los mejores parterres.

Menskatonia, se lo repito de nuevo.

Nuestras facultades poseen sin duda un nivel encomiable, tan grandes como grandes son las avenidas. Ilustres licenciados han visto florecer su genio y esparcen huesos de albaricoque sobre las duras cabeza de la juventud. ¿Qué le nombre unos cuantos?, eso resultaría imposible, ¿sabe?.  Son ilustres anónimos.

Licenciados en  Gestión de la información, en Estudio de la Empatía Selectiva, en Polarismo Político, y en Masificación Superior. Sus aportaciones son de sobra conocidas,  defensores a ultranza del cómo saber sobre el propio saber.

El camino es el camino, es su consigna, reluce en el metal de sus escudos, labrado en  las tapas de las alcantarillas, bajo las suelas de sus zapatos.

 

Menskatonia, graduó con honores a padres y celebrantes, a bizarros, sencillos y honestos, a votantes del caos medrosos de la seguridad. Menskatonia acogió a Resilientes, a ancianos farreros, a infantes curiosos, a visionarios del medio vaso que se ahogan por otros, a Carpe Diezmados por la banalidad.

Promueve grandes intercambios culturales, Erasmus en  torsos ajenos, se lo digo yo si señor. Que grandes años, y  los amigos, y los compañeros, de cama y  de suelo, y de pantanal. Entre risas y tirones, salíamos adelante.

Por eso me quedé, aún sigo cursando estudios. En Menskatonia se gradúa quien quiere, los que no, deciden quedarse algún trimestre más, eligiendo sus propias asignaturas pendientes, esforzándose por aprobar u obligándose a suspender. El plan de estudios, se lo aseguro, lleva así desde siempre.

Menskatonia nunca cierra ni apaga sus luces, aun quien renuncia a sus quehaceres allí, no sale jamás, ¿cómo  salir de Menskatonia?, todos estamos matriculados, y  las cuotas se pagan con perlas de sudor y lágrimas mensuales.

¡Ah Meskatonia!, a veces soy capaz de verla en todo su esplendor, de recordarla incluso en sus viejos tiempos, si, aun la sigo viendo… cuando cierro mis ojos y abro el corazón.

 

 

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